La vida vive a través de nosotros: Reenmarcar el mito moderno de la propiedad
Este artículo desafía la creencia moderna de que somos «dueños» de nuestras vidas, ofreciendo una reflexión más profunda enraizada en la ley natural, la sabiduría espiritual y la vida consciente. Explora la idea de que la Vida no es algo que controlamos, sino una fuerza viva que fluye a través de nosotros. Al pasar de la propiedad a la alineación, volvemos a conectar con el propósito, la presencia y el ritmo sagrado de la existencia.
SOBERANÍALEYESPIRITUALIDADFILOSOFÍA
5/8/20243 min leer
La Vida Vive a Través de Nosotros: Reencuadrando el Mito Moderno de la Posesión
"No eres una gota en el océano. Eres el océano entero en una gota." — Rumi
Vivimos en un mundo obsesionado con la productividad, la imagen y el control. Desde pequeños nos enseñan que tenemos que “llegar a ser alguien”, como si nuestra existencia necesitara validarse a través de logros, carreras o estilos de vida ideales. Pero, ¿y si esta forma de ver la vida estuviera desconectada de su verdadera esencia? ¿Y si en lugar de relacionarnos con la Vida como una fuerza viva, la tratáramos como una propiedad que hay que dominar?
Este escrito propone un cambio de perspectiva: dejar de pensar que “poseemos” nuestra vida, y empezar a entender que la Vida se expresa a través de nosotros.
En la cultura occidental moderna, hay una creencia muy arraigada de que debemos crear nuestra vida: diseñar estilos, perseguir sueños, construir identidades. Se nos dice que debemos “vivir nuestra mejor versión”, como si la vida fuera algo que podemos moldear y controlar a nuestro antojo. Pero ahí hay una contradicción sutil que muchas veces pasa desapercibida: la Vida no es algo que hayamos creado, entonces ¿cómo podríamos poseerla?
La Vida es una fuerza en sí misma. Estaba aquí mucho antes que nosotros y seguirá después. Se mueve a través de los árboles, los ríos, los animales, las estrellas… y también a través de nosotros. No es un invento humano ni un sistema que se pueda dominar. Y sin embargo, gran parte de la sociedad actúa como si la vida fuera un proyecto o una meta que hay que alcanzar.
Esta confusión lleva a muchos a perseguir “estilos de vida” en lugar de verdad. Creamos estándares artificiales de éxito—basados en el dinero, el confort, la fama o la productividad—y los seguimos creyendo que así estamos “viviendo bien”. Pero muchas veces, eso nos aleja de la Vida misma, que es salvaje, misteriosa, y no se deja controlar.
En realidad, no somos los creadores de la Vida—somos los canales por donde se expresa.
Vivir desde esta verdad significa soltar la ilusión del control. Significa escuchar más y forzar menos. Reconocer que la Vida tiene su propia inteligencia, su propio ritmo. Nos enseña a través de la naturaleza, de los ciclos, del silencio. Se mueve con estaciones, no con relojes. En relación, no en propiedad.
Desde esta mirada, nuestra responsabilidad no es dominar la Vida, sino cooperar con ella. Ser guardianes, testigos, participantes. Estamos aquí para sentir, para experimentar, para evolucionar y permitir que la Vida viva a través de nosotros, con autenticidad y plenitud.
Esto no es pasividad—es presencia. No es desconexión—es alineación profunda y sagrada.
El cambio es sutil, pero poderoso. Cuando dejamos de decir “yo vivo mi vida” y empezamos a sentir “la Vida vive a través de mí”, todo cambia. El ego se suaviza. El juicio se disuelve. La gratitud florece. Y comenzamos a experimentar lo que realmente significa estar vivos.
Nunca fuimos hechos para dominar la Vida—fuimos hechos para danzar con ella. Cuanto más soltamos el control, más nos revela su belleza, su flujo, su inteligencia. Dejamos de luchar por “ser alguien” y simplemente somos. En ese espacio, nace una libertad distinta—una que no viene del éxito, sino de la rendición.
“Intenta ser un arcoíris en la nube de alguien.” — Maya Angelou
“El propósito de la vida es hacer que tu latido se alinee con el latido del universo; que tu naturaleza se alinee con la Naturaleza.” — Joseph Campbell
Deja que la Vida se mueva a través de ti. Confía en su flujo. Ahí es donde comienza la verdadera existencia.
